En esta nueva selección de cuentos que contiene este sexto libro, he reunido algunas historias surgidas de la imaginación y otras de la lectura de hechos y acontecimientos tratados por investigadores e historiadores, por caso el infortunio que padeció el Coronel Estomba, fundador de Bahía Blanca. Algo rescatado de la historia  que trata los avatares de la fundación de la ciudad de La Plata, hecho que involucra a Dardo Rocha y al entonces Presidente Julio Argentino Roca. Merced a un viaje en tren desde Bariloche a Viedma se podrá advertir que la mirada de Mey Silva demuestra la razón de Don Atahualpa Yupanqui cuando escribió aquello de “Para el que mira sin ver”. También se podrá comprobar el talento y la aguda observación del periodista Uruguayo Arthur García Núñez, “Wimpi”, para interpretar con certeza la personalidad de determinadas personas. Seguramente también, encontrarán similitud entre algunos cuentos de fantasmas, con apariciones que han vivido. Alguna vez además, recordarán asimismo haber presenciado un partido de futbol algo raro que les llamo la atención como a quien cuenta esta historia. ¿Quién no fue amenazado con la posibilidad que llegue el ‘Viejo de la Bolsa’, si no obedecías el pedido u órdenes impartidas por nuestros mayores? Seguramente van a identificar en “Juancito” un personaje similar, que como él caminaba por el pueblo sin rumbo ni destino. ¿En qué pueblo no hay una “Casa Abandonada” que a muchos vecinos les atemorizaba circular frente a ella? ¿Cuántas veces miramos hacia el cielo, o mejor dicho hacia las “estrellas” tratando de descubrir desde cual puede estar observándonos un ser querido que ya partió hacia el gran silencio? Quizás alguno de ustedes, al igual que yo, siempre el primer plato de almuerzo o cena que había que degustar en casa de mi abuela, era “sopa” y si bien al principio como Mafalda, me resistía, terminó por gustarme. Una vieja “tapera” abandonada y semi derruida, provoca siempre un aluvión de recuerdos y temores. Lo mejor que le puede ocurrir al lector es que experimente la suya. En la tierra de mis abuelos en “Campillo la Jara” Toledo, en el Bar “El Molino” donde me propuse almorzar, Charo y Davinia me ofrecieron orejas de puerco fritas, las que deguste rodeado de parroquianos que hablaban fuerte, casi a los gritos, y allí me pareció que una de las voces era la de mi abuelo Filomeno. La chica llego a la oficina y nos explicó lo que quería, descubra usted mismo metiéndose en la historia, que quería. En otro relato podrás enterarte que “las mariposas” suelen alertarte sobre algún peligro, y también, posiblemente como mi amigo, el encierro por la pandemia te hará comprender como sufren los pájaros encerrados en una pequeña jaula, y como él te decidas a soltarlos. Y finalmente, experimentarás la extraña sensación, que alguien que quiere verte en tu lugar de trabajo, se presenta con un revolver en la mano y te anuncie: “vengo a matarte”, o peor aún, que la terrorífica “parka” se te presente en distintas oportunidades anunciándote que viene en tu búsqueda.

Y aún queda algo más…

 

 

Autor:

CARLOS EDUARDO REYES

Ya en otras ocasiones sostuve que, “…desde muy  pequeño disfrutaba los cuentos de los abuelos, los que daba por ciertos aunque me sonaran algo extraordinarios y por momentos me hicieran dudar sobre la veracidad o fantasía de aquellos interesantes relatos”. Ya de grande y buscando los orígenes del cuento me encontré con lo que afirman  Ángela y Pedro M. Fuentes, respecto a que hay que buscarlo en la más remota antigüedad.

A tal punto -aseguran- un tanto en serio y otro poco en broma, que al volver a su cueva después de una peligrosa cacería, el hombre de las cavernas relató a su esposa y a sus hijos las vicisitudes por las que debió pasar para conseguir alimento, dando sin querer, origen al cuento.

Contar es una necesidad del hombre. Por eso la perdurabilidad del cuento está asegurada. Mientras exista el género humano, habrá siempre necesidad de expresar la belleza, la alegría y el dolor. Siempre habrá alguien que vuelva a la forma primitiva y simplemente cuente… 

Dicen también Ángela y Pedro M. Fuentes, que en sus orígenes el cuento describía el asombro de los seres primitivos ante fenómenos de la naturaleza. Los comprobaba y los explicaba mediante la metáfora.  Fue la época de los mitos.

Posteriormente, y cuando el hombre se halló en condiciones de dirigir una mirada hacia su propia conducta y a la de los seres que lo rodeaban, sobrevino la etapa de los cuentos morales; fábulas, apólogos, parábolas, que dejaban tras de sí normas valederas de conducta. Guardaban un cierto parentesco con los mitos, pero su finalidad era, por sobre todo, didáctica. Son eminentemente utilitarios y su moral no muestra demasiadas pretensiones. Enuncian normas comunes, para observar las virtudes domesticas y vivir sin demasiadas complicaciones.     

 

Cuentos aparecidos

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En esta nueva selección de cuentos que contiene este sexto libro, he reunido algunas historias surgidas de la imaginación y otras de la lectura de hechos y acontecimientos tratados por investigadores e historiadores, por caso el infortunio que padeció el Coronel Estomba, fundador de Bahía Blanca. Algo rescatado de la historia  que trata los avatares de la fundación de la ciudad de La Plata, hecho que involucra a Dardo Rocha y al entonces Presidente Julio Argentino Roca. Merced a un viaje en tren desde Bariloche a Viedma se podrá advertir que la mirada de Mey Silva demuestra la razón de Don Atahualpa Yupanqui cuando escribió aquello de “Para el que mira sin ver”. También se podrá comprobar el talento y la aguda observación del periodista Uruguayo Arthur García Núñez, “Wimpi”, para interpretar con certeza la personalidad de determinadas personas. Seguramente también, encontrarán similitud entre algunos cuentos de fantasmas, con apariciones que han vivido. Alguna vez además, recordarán asimismo haber presenciado un partido de futbol algo raro que les llamo la atención como a quien cuenta esta historia. ¿Quién no fue amenazado con la posibilidad que llegue el ‘Viejo de la Bolsa’, si no obedecías el pedido u órdenes impartidas por nuestros mayores? Seguramente van a identificar en “Juancito” un personaje similar, que como él caminaba por el pueblo sin rumbo ni destino. ¿En qué pueblo no hay una “Casa Abandonada” que a muchos vecinos les atemorizaba circular frente a ella? ¿Cuántas veces miramos hacia el cielo, o mejor dicho hacia las “estrellas” tratando de descubrir desde cual puede estar observándonos un ser querido que ya partió hacia el gran silencio? Quizás alguno de ustedes, al igual que yo, siempre el primer plato de almuerzo o cena que había que degustar en casa de mi abuela, era “sopa” y si bien al principio como Mafalda, me resistía, terminó por gustarme. Una vieja “tapera” abandonada y semi derruida, provoca siempre un aluvión de recuerdos y temores. Lo mejor que le puede ocurrir al lector es que experimente la suya. En la tierra de mis abuelos en “Campillo la Jara” Toledo, en el Bar “El Molino” donde me propuse almorzar, Charo y Davinia me ofrecieron orejas de puerco fritas, las que deguste rodeado de parroquianos que hablaban fuerte, casi a los gritos, y allí me pareció que una de las voces era la de mi abuelo Filomeno. La chica llego a la oficina y nos explicó lo que quería, descubra usted mismo metiéndose en la historia, que quería. En otro relato podrás enterarte que “las mariposas” suelen alertarte sobre algún peligro, y también, posiblemente como mi amigo, el encierro por la pandemia te hará comprender como sufren los pájaros encerrados en una pequeña jaula, y como él te decidas a soltarlos. Y finalmente, experimentarás la extraña sensación, que alguien que quiere verte en tu lugar de trabajo, se presenta con un revolver en la mano y te anuncie: “vengo a matarte”, o peor aún, que la terrorífica “parka” se te presente en distintas oportunidades anunciándote que viene en tu búsqueda.

Y aún queda algo más…

 

 

Autor:

CARLOS EDUARDO REYES

Ya en otras ocasiones sostuve que, “…desde muy  pequeño disfrutaba los cuentos de los abuelos, los que daba por ciertos aunque me sonaran algo extraordinarios y por momentos me hicieran dudar sobre la veracidad o fantasía de aquellos interesantes relatos”. Ya de grande y buscando los orígenes del cuento me encontré con lo que afirman  Ángela y Pedro M. Fuentes, respecto a que hay que buscarlo en la más remota antigüedad.

A tal punto -aseguran- un tanto en serio y otro poco en broma, que al volver a su cueva después de una peligrosa cacería, el hombre de las cavernas relató a su esposa y a sus hijos las vicisitudes por las que debió pasar para conseguir alimento, dando sin querer, origen al cuento.

Contar es una necesidad del hombre. Por eso la perdurabilidad del cuento está asegurada. Mientras exista el género humano, habrá siempre necesidad de expresar la belleza, la alegría y el dolor. Siempre habrá alguien que vuelva a la forma primitiva y simplemente cuente… 

Dicen también Ángela y Pedro M. Fuentes, que en sus orígenes el cuento describía el asombro de los seres primitivos ante fenómenos de la naturaleza. Los comprobaba y los explicaba mediante la metáfora.  Fue la época de los mitos.

Posteriormente, y cuando el hombre se halló en condiciones de dirigir una mirada hacia su propia conducta y a la de los seres que lo rodeaban, sobrevino la etapa de los cuentos morales; fábulas, apólogos, parábolas, que dejaban tras de sí normas valederas de conducta. Guardaban un cierto parentesco con los mitos, pero su finalidad era, por sobre todo, didáctica. Son eminentemente utilitarios y su moral no muestra demasiadas pretensiones. Enuncian normas comunes, para observar las virtudes domesticas y vivir sin demasiadas complicaciones.