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Al hablar de opiniones es fácil entender la inmensa cantidad que pueden flotar en el transcurso de la lectura, pero justamente, este conglomerado de dimes y diretes es el elemento que enriquece el andar de cada día, ya sea para quien desconoce o para el estudioso que tomará un puñado de letras, y lo discutirá con él, o guardará para la ocasión de algún momento.
Autor:
Oscar Soler
Hace algún tiempo, y para ubicarnos en la historia, en aquel verano del 42 llegue a este mundo, en el seno de una familia de inmigrantes, con la firme convicción y el ejemplo de priorizar el trabajo, entonces hoy estoy aquí como el autor de, OPINIONES… SOLO ESO, pensando guardar en papel y pantallas, las etapas vividas a lo largo de los años.
Con las inquietudes de muchos niños y sus respectivos progenitores, fui alfabetizado en la escuela pública, como aquella bautizada REPUBLICA del PERU, cuyo himno aún hoy retumba en mis oídos, luego la etapa de la secundaria, conservando amigos de entonces, como el caso del NEGRO, cuyo apodo no tiene que ver con el color de su piel, sino simplemente porque sus padres lo anotaron con un nombre difícil de pronunciar, pues entonces la solución fue llamarlo de esta manera, promovido por Raquel, su hermana menor y la complicidad de Viqui, su esposa. Luego el pasaje por la Universidad, que dicho sea de paso, al final de la carrera decidí no ejercer, porque había cambiado el concepto sobre el rol de los profesionales egresados, con un dejo político, con el que no estaba de acuerdo.
La música y las letras también me atraparon, y cantar acompañado por orquesta fue una de las etapas vividas, pero tiempo después entendí que la noche no era para mí, entonces sólo incursioné en criticar esas letras que en un principio me habían cautivado, desechando aquellas que no hablaban bien de la madre, la hermana y cuanta mujer pasaba por delante de sus ojos.
Entre tanto, como profesor, subyugado por la docencia y la salud mental de nuestra gente, continuaron los estudios sobre quienes necesitaban un diván para seguir medianamente bien en el camino sinuoso de una sociedad “desorientada, y sin saber que trole hay que tomar para seguir” tal como expresan las letras del tango, y acompañado hasta el final, en cada larga noche de estudio con la sapiencia de un gran maestro Sigmund Freud.
Trabajando en la Provincia de Buenos Aires en el área de salud, sobre la prevención de adicciones, con pequeños, adolescentes y adultos mayores, y de la misma forma en el exterior, ejerciendo en distintos niveles de la educación, además en la organización de comunidades con gran cantidad de niños y adolescentes abandonados por sus padres, elaborando sistemas de aglutinamiento en hogares para su cuidado y protección.
Sin descuidar en ningún momento la vocación de enseñar, y sentir el placer inmenso de estar frente a una clase atenta, recorrí gran cantidad de aulas en lugares inhóspitos, siempre con el eco en mis oídos de grandes maestros como Paulo Freire, quien acompaño a muchos de nosotros a la hora de la evaluación final.
Así transcurre mi vida, también escribiendo en base al relato, con la idea de contarle a los jóvenes y los no tanto, que nos pasa cerca, y decirles lo maravilloso que resulta caminar por este mundo con una utopía en cada mano y el corazón guardando en su archivo las experiencias vividas y contadas con una sincera cuota de amor que espera el lector y el mundo.
OPINIONES... Solo eso
Al hablar de opiniones es fácil entender la inmensa cantidad que pueden flotar en el transcurso de la lectura, pero justamente, este conglomerado de dimes y diretes es el elemento que enriquece el andar de cada día, ya sea para quien desconoce o para el estudioso que tomará un puñado de letras, y lo discutirá con él, o guardará para la ocasión de algún momento.
Autor:
Oscar Soler
Hace algún tiempo, y para ubicarnos en la historia, en aquel verano del 42 llegue a este mundo, en el seno de una familia de inmigrantes, con la firme convicción y el ejemplo de priorizar el trabajo, entonces hoy estoy aquí como el autor de, OPINIONES… SOLO ESO, pensando guardar en papel y pantallas, las etapas vividas a lo largo de los años.
Con las inquietudes de muchos niños y sus respectivos progenitores, fui alfabetizado en la escuela pública, como aquella bautizada REPUBLICA del PERU, cuyo himno aún hoy retumba en mis oídos, luego la etapa de la secundaria, conservando amigos de entonces, como el caso del NEGRO, cuyo apodo no tiene que ver con el color de su piel, sino simplemente porque sus padres lo anotaron con un nombre difícil de pronunciar, pues entonces la solución fue llamarlo de esta manera, promovido por Raquel, su hermana menor y la complicidad de Viqui, su esposa. Luego el pasaje por la Universidad, que dicho sea de paso, al final de la carrera decidí no ejercer, porque había cambiado el concepto sobre el rol de los profesionales egresados, con un dejo político, con el que no estaba de acuerdo.
La música y las letras también me atraparon, y cantar acompañado por orquesta fue una de las etapas vividas, pero tiempo después entendí que la noche no era para mí, entonces sólo incursioné en criticar esas letras que en un principio me habían cautivado, desechando aquellas que no hablaban bien de la madre, la hermana y cuanta mujer pasaba por delante de sus ojos.
Entre tanto, como profesor, subyugado por la docencia y la salud mental de nuestra gente, continuaron los estudios sobre quienes necesitaban un diván para seguir medianamente bien en el camino sinuoso de una sociedad “desorientada, y sin saber que trole hay que tomar para seguir” tal como expresan las letras del tango, y acompañado hasta el final, en cada larga noche de estudio con la sapiencia de un gran maestro Sigmund Freud.
Trabajando en la Provincia de Buenos Aires en el área de salud, sobre la prevención de adicciones, con pequeños, adolescentes y adultos mayores, y de la misma forma en el exterior, ejerciendo en distintos niveles de la educación, además en la organización de comunidades con gran cantidad de niños y adolescentes abandonados por sus padres, elaborando sistemas de aglutinamiento en hogares para su cuidado y protección.
Sin descuidar en ningún momento la vocación de enseñar, y sentir el placer inmenso de estar frente a una clase atenta, recorrí gran cantidad de aulas en lugares inhóspitos, siempre con el eco en mis oídos de grandes maestros como Paulo Freire, quien acompaño a muchos de nosotros a la hora de la evaluación final.
Así transcurre mi vida, también escribiendo en base al relato, con la idea de contarle a los jóvenes y los no tanto, que nos pasa cerca, y decirles lo maravilloso que resulta caminar por este mundo con una utopía en cada mano y el corazón guardando en su archivo las experiencias vividas y contadas con una sincera cuota de amor que espera el lector y el mundo.