En este librito están las poesías de Rosa Galestok, mi madre. Acá está el resultado provisorio de su amor por la palabra y por lo que muestra y oculta. La palabra que cuenta y nos cuenta, la palabra que cura, la palabra que hilvana, la palabra que une, que nos une  a otros a otras y a nosotros con nuestra propia historia. Porque Rosa cree en la palabra como hilo y en su corporalidad. Cree que lo no dicho, pero también a veces lo dicho, enferma. Cree que la palabra es un cuchillo de cirujana y que también cura.

En estos textos vamos a encontrar historias que van buscando enredarnos con nuestro pasado, nuestro pasado personal pero también colectivo. Porque en estas poesías el hablante es muchas veces un nosotros aunque diga yo. Por eso la sangre del título no es la de ella ni la mía. Es la de muchos y muchas. Hay sangre, hay miradas, hay huellas, hay muerte y hay vida y también hay pasado y futuro.

La poesía de Rosa es la de un individuo situado, con contexto. En su voz vienen otras voces siempre y ahí hay parte de su encanto: no es una voz solitaria lanzando ideas al aire, es una voz con historia personal y colectiva y se sitúa en esa bisagra. Tal vez estemos viendo algo de ese gregarismo judío que le permitió seguir siendo un pueblo a pesar de las persecuciones, pero también algo de esas argentinas y argentinos que soñaron otra Patria mientras atravesaban dictaduras y soportaban democracias excluyentes. Blut está lleno de sangre, pero sangre que corre y lleva amor. Amor por los otros y amor por sí misma.

Autora:

Rosa Galestok

Rosa Galestok (Buenos Aires, 1946), vive en La Plata desde su pubertad, ciudad en la que se recibió de maestra y se desempeñó en distintos cargos docentes. En la UNLP obtuvo el título de Psicóloga Clínica, profesión que continúa ejerciendo en la actualidad. Apasionada por el arte en general y la danza en particular, su curiosidad la ha llevado a nutrirse de muy diferentes disciplinas.
Los Derechos Humanos y la Justicia están en el centro de sus intereses.
La autora escribió desde muy niña, pero nunca asignó importancia a su obra; tardíamente comenzó a aceptar los comentarios favorables que la incitaron a conservar sus producciones y finalmente a publicar parte de sus escritos, en éste, su primer libro de  poesías y relatos cortos.