Un nuevo comentario del Evangelio de Mateo

l mundo busca grandes figuras o héroes para sus aspiraciones personales; es más, el objetivo de cada ser humano es sentirse realizado. La mayoría va tras el sueño americano: progresar, llegar a un puesto, ser profesional y una tranquila cuenta bancaria, y, si es posible, que todos hablen de su éxito.
Cuando leemos la Biblia y, sobre todo, la vida de Jesucristo en los cuatro Evangelios, parecería que leemos sobre la vida de un héroe, una estupenda persona, superando grandes pruebas, muriendo trágicamente y resucitando de los muertos. Pero es mucho más que un héroe de la Marvel o DC. Jesucristo, el Dios hecho hombre, es el Señor de todas las cosas, él es el amo, el dueño absoluto de la realidad, es el rey prometido por el Antiguo Testamento. Él ha llegado a este mundo no como lo que él es, llegó como quería, humilde e identificándose como un ser humano, para realizar el acto más grande del universo, morir por nuestros pecados en la cruz del calvario y resucitar para darnos una vida nueva y disfrutar de ella. En Mateo encontramos su realeza, encontramos al mesías prometido pero rechazado por su pueblo. Muy pronto, en una serie de acontecimientos donde la Iglesia será arrebatada y después de la gran tribulación, Cristo volverá a la tierra como señor de señores y rey de reyes a gobernar por mil años.
En nuestra alma y corazón, Cristo es nuestro rey, nunca dejó de serlo. Él es el soberano que por amor se vistió de frágil humanidad, solo para sentir lo que sentíamos: alegría, tristeza, dolor, frustración. Pero sin nunca haber pecado. El Evangelio de Mateo, desde el capítulo 1 hasta el 28, nos muestra y nos explica por qué Cristo es rey.
Todo comenzó cuando vinieron del Oriente unos magos (sabios, posiblemente de Persia) preguntando “¿dónde está el rey de los judíos que ha nacido?”. El único objetivo principal de la “llegada del rey” es conocer su hermosura de persona y meditar su entrega por nosotros en la cruz del calvario. Mateo nos lleva también a la venida gloriosa a la tierra. Se terminan toda nuestra teología y explicaciones solo cuando lo contemplamos a Él. Se terminan nuestros miedos por la pandemia (COVID-19) cuando comprendemos que Cristo el rey tiene el control de todo el universo y aun de la calamidad más grande que pudiera azotar a la tierra. Cristo sigue siendo el soberano, pero también el Dios misericordioso.

 

 

Autor:

MAURICIO CARRIZO

La llega del rey

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l mundo busca grandes figuras o héroes para sus aspiraciones personales; es más, el objetivo de cada ser humano es sentirse realizado. La mayoría va tras el sueño americano: progresar, llegar a un puesto, ser profesional y una tranquila cuenta bancaria, y, si es posible, que todos hablen de su éxito.
Cuando leemos la Biblia y, sobre todo, la vida de Jesucristo en los cuatro Evangelios, parecería que leemos sobre la vida de un héroe, una estupenda persona, superando grandes pruebas, muriendo trágicamente y resucitando de los muertos. Pero es mucho más que un héroe de la Marvel o DC. Jesucristo, el Dios hecho hombre, es el Señor de todas las cosas, él es el amo, el dueño absoluto de la realidad, es el rey prometido por el Antiguo Testamento. Él ha llegado a este mundo no como lo que él es, llegó como quería, humilde e identificándose como un ser humano, para realizar el acto más grande del universo, morir por nuestros pecados en la cruz del calvario y resucitar para darnos una vida nueva y disfrutar de ella. En Mateo encontramos su realeza, encontramos al mesías prometido pero rechazado por su pueblo. Muy pronto, en una serie de acontecimientos donde la Iglesia será arrebatada y después de la gran tribulación, Cristo volverá a la tierra como señor de señores y rey de reyes a gobernar por mil años.
En nuestra alma y corazón, Cristo es nuestro rey, nunca dejó de serlo. Él es el soberano que por amor se vistió de frágil humanidad, solo para sentir lo que sentíamos: alegría, tristeza, dolor, frustración. Pero sin nunca haber pecado. El Evangelio de Mateo, desde el capítulo 1 hasta el 28, nos muestra y nos explica por qué Cristo es rey.
Todo comenzó cuando vinieron del Oriente unos magos (sabios, posiblemente de Persia) preguntando “¿dónde está el rey de los judíos que ha nacido?”. El único objetivo principal de la “llegada del rey” es conocer su hermosura de persona y meditar su entrega por nosotros en la cruz del calvario. Mateo nos lleva también a la venida gloriosa a la tierra. Se terminan toda nuestra teología y explicaciones solo cuando lo contemplamos a Él. Se terminan nuestros miedos por la pandemia (COVID-19) cuando comprendemos que Cristo el rey tiene el control de todo el universo y aun de la calamidad más grande que pudiera azotar a la tierra. Cristo sigue siendo el soberano, pero también el Dios misericordioso.

 

 

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MAURICIO CARRIZO